martes, 17 de abril de 2018

La Ciudad Perdida 

Curioso cómo nos movemos de aquí a allá, cómo pensamos en nuestro destino sin saber que es lo que hay en el camino. Personas platicando, corriendo y pensando. Miro al hombre viendo su celular, quizá viendo las noticias o sus redes sociales, espera, hizo una mueca, de seguro es el trabajo.

Si, relacionamos disgustos con el trabajo, pero quizá el sea feliz con su trabajo, no lo sabre, bajo del tren. Seguimos observando las casualidades de la vida, como esa niña que va con su mamá, tal vez van a la escuela, pero es lunes a las 10 de la mañana, no creo.

Llego a mi destino, me bajo del tren pensando en todas las historias que existen y existieron en tan solo 4 estaciones del subterráneo, yo fui y soy parte de esas historias, me pregunto si alguien pensó en qué estaré pensando hoy. 

Subí a la superficie y veo mi primer destino que de ser sincero, no fue planeado del todo. Es decir, sabia que tenía un destino, pero no que sería ese. Las personas piensan en el destino sin mirar el camino, yo, quise mirar el camino sin mirar el destino. 

Repetí este proceso una que otra vez, y sentí cómo es que cuando fluyes y disfrutas el camino, es cuando llegas a los mejores lugares. Yo termine en una ciudad perdida, la encontré en un barrio de Londres. Esa ciudad perdida era mi mente y mi conciencia, la encontré al darme cuenta que la vida si es cuesta arriba, pero en el trayecto podemos disfrutar del momento.  


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